Por Yenny Delgado
Hoy celebramos Epifanía, día que conmemoramos la visita de los reyes magos y que confirmaron el nacimiento de Jesús. Una sensación de clamor y bendición durante generaciones marcó este acontecimiento extraordinario y todavía es palpable en la actualidad. Jesús nació fuera de la tierra natal de sus padres y creció parcialmente en Egipto; como muchos niños y niñas hoy con familias refugiadas en todo el mundo, Jesús trae un mensaje para las familias que viven hoy días inciertos.
La narrativa y los primeros años de Jesús reflejan las luchas que enfrentan las personas en todo el mundo debido al empobrecimiento, la opresión y la desigualdad. Sin embargo, en medio de momentos difíciles. Celebramos su nacimiento, la celebración de Epifanía es un símbolo también de esperanza al empezar un nuevo año.
Hoy según el calendario litúrgico leemos el texto Salmo 72: 1-7, y reflexionamos sobre esta oración:
“Dota al rey de tu justicia, oh Dios, al hijo real de tu justicia.
Juzgue a tu pueblo con justicia, a tus afligidos con justicia.
Que los montes traigan prosperidad a los pueblos, las montañas frutos de justicia.
Que él defienda a los afligidos del pueblo y salve a los hijos de los necesitados; que aplaste al opresor.
Que dure como el sol, como la luna, por todas las generaciones.
Que él sea como la lluvia que cae sobre un campo segado, como aguaceros que riegan la tierra.
Que en sus días florezcan los justos y abunde la prosperidad hasta que no haya luna.“
Esta oración es significativa porque es la voz de Salomón que le pide a Dios protección para todas las generaciones. Que sus vidas tengan suficientes días para ver los muchos soles y lunas a través de los años. Así como hay momentos de angustia e injusticia, vendrán tiempos de sanación, de verdad y florecimiento para las próximas generaciones.
Hoy en día, muchas personas en los Estados Unidos ven a las familias migrantes que cruzan la frontera sur como criminales, sin preguntar ¿QUIÉNES están migrando? Sin embargo, durante siglos, las personas han migrado a través de territorios entre el norte y el sur, este al oeste. Para ubicarnos, en nuestro continente Abya Yala nombre en idioma Guna: Tierra de sangre vital y tierra fértil nuestras ancestras han migrado buscando el mejor lugar donde habitar, ¿porqué ahora es considerado un crimen?
El proceso de colonización separaron territorios, empobrecieron a la población originarias y rompieron el continente en pedazos.Abya Yala fue dividido y se levantaron fronteras. Cuando hablamos sobre migración y refugiados no podemos desconectar a las familias, las comunidades y las naciones originarias de la tierra. La población originaria, la cual habita estos territorios por milenios no pueden ser excluidos por una frontera inventada, ¿cómo podemos pensar que K’iche, Cocopah, Gunas, Quechuas y Mapuches, ser extraños en sus propias montañas, ríos y tierras?
Como nativa descendiente, es mi deber ser parte de la demanda que tenemos, mantenemos viva una memoria colectiva que los últimos cinco siglos han querido borrar y no han podido. Aunque el gobierno nos ve como invisibles, todavía estamos aquí a lo largo de las generaciones. Como recordamos, “intentaron enterrarnos, pero no sabían ( los colonizadores) que éramos semillas”. La verdad es que estamos floreciendo, y es el momento de Dios para que el pueblo de Abya Yala se muestre y prospere, como escribe Salomón en los Salmos: “Que las montañas traigan prosperidad a la gente, las colinas el fruto de la justicia”.
Recordemos que nuestros hermanos y hermanas migrantes que han atravesado la dura frontera; lo han hecho como la familia de Jesus, escapando persecución, hambre. Su migración es muchas veces forzada, la falta de lluvias hace que los sembríos no prosperen. la tierra no produce. Los cambios climáticos son críticos y la inestabilidad gubernamental revela injusticia sistemáticas.
Aun cuando denunciamos las atrocidades cometidas por las autoridades en la frontera, debemos esforzarnos por conocer y dar la bienvenida a quienes cruzan. Para la población originaria, los muros fronterizos son nuevamente un símbolo de colonización.
Hoy celebramos la Epifanía y recibimos el nuevo año pidiendo a Dios que las familias migrantes y refugiadas logren la libertad para todas sus generaciones.
La migración no es fácil, la despedida de los que más queremos es doloroso.
¡Dios proteja a nuestros hermanos y hermanas en su camino!
Juntos oramos:
Madre Tierra,
Madre Creadora,
Madre Dios,
Pacha Mama,
Te damos gracias por toda la Vida.
Desde el útero nos conociste, y desde el comienzo de nuestra vida en la humanidad, eres la Creadora plantando, derramando y produciendo vida en abundancia.
Madre Creadora gracias por proveernos el maíz y el frijol para crecer,
Provéenos papa, maíz y quinua para alimentar a nuestra familia
Provéenos un corazón para compartir y crecer en comunidad.
Tierra sin fronteras
Tierra de abundancia
Tierra llena de sueños
Dios agradecemos tu cuidado porque, desde el principio, nos conociste.
Creemos en su protección para nuestras próximas generaciones.
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