La teología de la liberación frente a las desigualdades

Durante los últimos 15 meses, la mayor parte del mundo ha sido transformado radicalmente por la COVID-19, que ha matado a más de 3,7 millones de personas en todo el mundo. La pandemia ha descubierto las desigualdades inherentes a los sistemas actuales en todo el mundo. Al reflexionar sobre estas situaciones, como personas de fe, estamos viendo qué teologías están disponibles para ayudarnos a procesar el marco que exacerbó gran parte del sufrimiento resultante de la pandemia. Considero que una severa reflexión y revisión de las Teologías de la Liberación puede proporcionarnos herramientas para crear una iglesia más empática y comprometida.      

En 1971, el sacerdote católico peruano Gustavo Gutiérrez escribió la “Teología de la Liberación.” Esta teología ayudó a muchos a reavivar el mensaje original de Jesucristo a través de su enfoque hacia los empobrecidos. Gutiérrez desarrolló su teología en respuesta al sufrimiento y el empobrecimiento en el continente. La teología propone una forma concreta de desmantelar los sistemas de opresión e injusticia impuestos por siglos.

Gutiérrez descubre el papel de la iglesia en los sistemas de opresión, cómplice tanto de los colonizadores como de la era de las repúblicas independientes donde la iglesia siguió teniendo dominio y control de grandes propiedades expropiadas a la población originaria. Su atención se centra en cómo la opresión sistemática y la injusticia funcionan para mantener a millones de personas en la pobreza. Para hacer una conexión teológica y política, Gutiérrez expone una reflexión crítica sobre la praxis cristiana, al señalar: “Sólo la auténtica solidaridad con los pobres y una auténtica protesta contra la pobreza de nuestro tiempo pueden proporcionar el contexto concreto y vital necesario para una discusión teológica sobre la pobreza. La ausencia de un compromiso suficiente con los pobres, los marginados y los explotados es quizás la razón fundamental por la que no tenemos una sólida reflexión contemporánea sobre el testimonio de la pobreza.”

El trabajo de Gutiérrez proporciona definiciones precisas de las palabras que usa para asegurar que no haya ambigüedad. Escribió: “la pobreza es una condición escandalosa contraria a la dignidad humana.” Es escandalosa porque muestra los problemas y valores sistemáticos de la sociedad. Gutiérrez brinda una opción para el individuo y la sociedad, un compromiso real de solidaridad con la población empobrecida. En su teología llama a la opción preferencial por los pobres frente a un sistema que brinda a la iglesia de privilegios, dinero, oportunidades y supremacía. En cambio, enfatiza “tenemos la opción de estar del lado que le preocupa a Dios.”  

A pesar de un llamado firme la Teología de la Liberación, tiene aun deficiencias. Específicamente, Gutiérrez no se dirige ni reflexiona sobre quienes y que rostro tienen son las personas que viven en las mayores condiciones de pobreza: mujeres y niñas. Gutiérrez es un producto de su tiempo, y esa falta de claridad en describir quien son los empobrecidos sigue siendo un descuido importante. 

Durante la actual pandemia la desigualdad entre los empobrecidos y los enriquecidos es más visible. Porque las personas que trabajan muchas horas apenas pueden sobrevivir y difícilmente acceden a los servicios más básicos, mientras que, los ricos ganan más dinero aprovechando la desesperación de las personas. ¿Podemos decir que el sistema está funcionando solo para una minoría y dejando de lado la mayoría que vive en carencia? 

Es escandaloso saber que millones de personas, incluso trabajando más de 48 horas a la semana, reciben un salario que no alcanza para llevar una vida digna, que cientos de mujeres son asesinadas a causa del machismo, que miles de niños y niñas crecen con desnutrición y abandono. La reflexión teológica de Gutiérrez trata sobre las condiciones escandalosas en América hace 50 años, pero aun hoy sigue siendo relevante. La iglesia y los ricos están en el poder mientras que los pobres son marginados. Esto contrasta con el mensaje de Jesús en el que los marginados y los empobrecidos están en el centro de su mensaje esperanzador y de justicia.

La práctica de una teología liberadora no es fácil, requiere de verdadero compromiso y sobre todo entendimiento por parte de la iglesia vigilante,  que  denuncia injusticia y se moviliza. ¿Esta la iglesia asumiendo ese compromiso?

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