Sed que seca mi garganta por clamar Justicia y verdad.
Sed de abrazos intensos y empáticos.
Sed del silencio restaurador en medio de ruido hipócrita y acusador.
Sed de lo sencillo que brille en medio de lo ostentoso.
Sed de humildad que apague la autosuficiencia.
Se seca mi ser entero frente a los destellos del fuego del malvado embebido de poder
que no es otra cosa que carencias y miedos encubiertos.
Tengo Sed
Sed de lo trascendente.
De lo eterno, de lo divino. SED de TI.
Sed del AMOR encarnado que es PODER
Para amar a mis acusadores/ras.
Para perdonar y dejar libre mi ser.
Para confrontar el mal y la mentira.
Poder que vence la hasta la misma muerte.
PODER que me envuelve, me nutre y me sacia.
Pero el que beba del agua que yo le daré no volverá a tener sed jamás,
sino que dentro de él esa agua se convertirá en un manantial del que brotará vida eterna.
Señor, dame de esa agua para que no vuelva a tener sed ni siga viniendo aquí a sacarla. (Juan 4.14 NVI)
Santa Cruz, Bolivia
Septiembre 12, 2020
Eva Esther Morales